El primero de mayo de 1886

El primero de mayo de 1886, Albert Parsons, líder de la organización laboral “Caballeros del Trabajo de Chicago”, dirigió una manifestación de 80 mil trabajadores a través de las calles de Chicago, solicitando la reducción del horario laboral a ocho horas diarias. En los siguientes días se unieron a esta demanda 350 mil trabajadores de toda la Unión Americana, que iniciaron una huelga nacional que afectó más de mil fábricas. La unión de los trabajadores causó mucha alarma entre los industriales y en la prensa, pues vieron en las manifestaciones el inicio de una “revolución”.



La masacre de Haymarket
Los anarquistas convocaron a una reunión masiva en la noche del 4 de mayo de 1886 en el mercado de la ciudad (Haymarket). Spies, Parsons y Samuel Fielden fueron los oradores en Haymarket, ante una reunión de más de 3000 trabajadores. Cuando la manifestación estaba terminando y empezaba a llover, llegaron al lugar 200 policías. Fielden intentó detenerlos alegando que esta era una manifestación pacífica, cuando alguien arrojó una bomba contra los policías, hiriendo a 66 (7 de los cuales murieron). La policía disparó contra la multitud matando a un número no precisado de personas e hiriendo a 200.
Este episodio fue tomado como pretexto para disolver la organización de los trabajadores. Así fue que la patronal y la prensa a su servicio iniciaron una campaña contra los "anarquistas extranjeros que quieren destruir América".
Uno de los diarios en manos de la patronal publicó: "Qué mejores sospechosos que la plana mayor de los anarquistas. ¡A la horca los brutos asesinos, rufianes rojos comunistas, monstruos sanguinarios, fabricantes de bombas, gentuza que no son otra cosa que el rezago de Europa que buscó nuestras costas para abusar de nuestra hospitalidad y desafiar a la autoridad de nuestra nación, y que en todos estos años no han hecho otra cosa que proclamar doctrinas sediciosas y peligrosas!"



El juicio y la condena
el 21 de junio de 1886 comenzó el juicio contra 31 trabajadores quienes fueron acusados de ser los autores de arrojar la bomba y causar los desmanes que acabaron con las vidas de policias y trabajadores. De los 31 acusados solo fueron condenados 8 que, casualmente, eran quienes se encontraban al frente de la organización de las huelgas que paralizaron al país.
La elección de los acusados fue política, dos de ellos ni siquiera estuvieron en la manifestación de Haymarket, otros se habían retirado antes de la refriega. Las irregularidades en juicio fueron muchas, violándose todas las normas procesales de forma y de fondo, tanto que ha llegado a ser calificado de juicio farsa.
El primer paso fue asegurarse un jurado adicto a los patronos. Luego, el propio ministerio público preparó los falsos testimonios. No había existido la menor participación de los inculpados en el atentado. Pero uno de los jurados, cuando se le argumentó la inocencia de los acusados confesó: "Los colgaremos lo mismo. Son hombres demasiado sacrificados, demasiado inteligentes y demasiados peligrosos para nuestros privilegios".
Los juzgados fueron declarados culpables. Tres de ellos fueron condenados a prisión y cinco a la horca.

Prisión
* Samuel Fielden, inglés, condenado a cadena perpetua.
* Oscar Neebe, estadounidense, condenado a 15 años de trabajos forzados.
* Michael Swabb, alemán, condenado a cadena perpetua.

A muerte en la horca
El 11 de noviembre de 1887 se consumó la ejecución de:
* Georg Engel, alemán.
* Adolf Fischer, alemán.
* Albert Parsons, estadounidense (aunque se probó que no estuvo presente en el lugar, se entregó para estar con sus compañeros y fue juzgado igualmente).
* Hessois Auguste Spies, alemán.
* Louis Linng, alemán, (para no ser ejecutado se suicidó en su propia celda, aunque algunos aseguran que fue asesinado).




RELATO de la ejecución por José Martí, corresponsal en Chicago del periódico La Nación de Buenos Aires (Argentina):
"...salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro... Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: "la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora». Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable..."



11 de noviembre de 1887. Se ahorca a 5 trabajadores cuyo único crimen fue protestar por sus derechos.
5 de abril de 2007. Se fusila a quemarropa a un docente cuyo único crimen fue protestar por su derecho.
120 años pasaron para que todo siga igual.